​​Libro ineludible en la bibliografía que se ocupa de nuestra relación con la muerte y su papel en la configuración de un entorno cultural y las formas de intercambio que en él se desarrollan, los presentes ensayos de Philippe Ariès, desde su publicación por vez primera en 1975, se han convertido ya en un clásico. Concebidos en su origen como una serie de conferencias para la Johns Hopkins University, su recorrido abarca diversas ramas de las humanidades (la historia, la etnología y la antropología cultural), y nos presentan la fascinante historia del cambio gradual de la muerte, vista como algo familiar y «domesticado» del mundo medieval, a otra concepción más moderna, maldita, y de la que se pretende huir. Nos ilumina, pues, con singular perspicacia, sobre nuestro presente.


¿Puede el patrimonio cultural tener incidencia en el desarrollo local?, se pregunta la antropóloga Gloria Villarroel, como corolario de una larga nómina de interrogantes que atañen a la declaración de un patrimonio material o inmaterial. Esos problemas serán analizados en el marco del II Congreso Plurinacional de Antropología con la participación de doce investigadores que plantearán sus reflexiones respecto del patrimonio cultural en el país.
La Mesa “Patrimonio cultural y desarrollo en América Latina”, que se desarrollará en el marco del II Congreso Plurinacional de Antropología, entre el 22 al 26 de septiembre de 2014, en la ciudad de La Paz. Los organizadores definieron tres ejes temáticos para la Mesa: Registro, investigación y difusión del Patrimonio Cultural Inmaterial; Gestión del Patrimonio Cultural (Inmaterial); y Políticas Públicas referidas al PC (Inmaterial).
La antropóloga Gloria Villarroel explica que la idea de abrir la mesa comenzó con una preocupación compartida entre varios investigadores acerca de la incertidumbre sobre los efectos o consecuencias que podría tener el nombramiento de bienes patrimoniales en la sociedad, seguido de temas como las políticas de gestión, la forma de realizar los registros de los bienes materiales o inmateriales, etcétera.
“El Patrimonio cultural inmaterial alberga expresiones culturales encuadradas en los parámetros que se han difundido por la UNESCO, desde 2003, entre manifestaciones de danza, tejido, música, cuestiones orales (historias, leyendas)”, explicó Villarroel, antes de enfatizar que en el primer eje temático las ponencias harán énfasis en reflexionar acerca de qué y para qué se registra el PCI, quiénes están encargados de hacerlo, cómo participan las comunidades en ese proceso e investigación, qué utilidad práctica tienen, cómo se realiza una adecuada difusión de la información, qué recursos existen para realizar ese registro, etcétera.
En su experiencia de trabajo acompañando el proceso de creación de textiles, Villarroel advierte un sentido positivo en el reconocimiento de estas creaciones en otros países: “Se ha hecho registros de este arte a lo largo del mundo, pero en el caso boliviano no existe, sin embargo está la posibilidad de que se (los) pueda reconocer”. A la vez considera que existe un sentido negativo de la patrimonialización, como sucede en Tiahuanacu donde han surgido “grupos de poder que están manejando ese recurso”. Y es que los bienes convertidos en patrimonio se convierten en un recurso para la población. La investigadora considera que el problema está en cómo se maneja ese recurso patrimonial, “generalmente al margen de la participación de la comunidad”, y por otra parte en el aislamiento de otras expresiones culturales adyacentes que provoca el reconocimiento de un bien patrimonial.
El antropólogo Nestor Araujo, otro responsable de la mesa, explica que el patrimonio es algo que la sociedad recibe de generaciones anteriores y que se debe enriquecer para entregarlo a las siguientes. “Es además nuestra memoria, y lo que nos define”, aclara. ¿Pero cómo estamos precisamente en ese trabajo de resguardo en el país? “Estoy a favor de la ley de patrimonio cultural porque es un avance –continúa…, permite determinar que ciertos elementos tienen que ser precautelados. La pregunta es qué elementos, expresiones culturales, etc., deben ser precautelados, hasta ahora no hay reglamento. No se aplica la ley todavía porque todavía no está el reglamento”.
Araujo comenta que el patrimonio debería tener una incidencia en el desarrollo local, por ejemplo no se puede negar que la intervención de las comunidades en Tiahuanacu “ha generado desarrollo para ciertas personas”, pero no se está invirtiendo en procesos de conservación, aunque sucede lo contrario en la Chiquitanía donde se han construido escuelas de formación para su población joven.
“Existe en Bolivia dos serios problemas –comenta Araujo, uno que no tenemos un registro de bienes patrimoniales, menos un inventario de patrimonio inmaterial…, no existe la posibilidad de generar políticas a partir del registro; dos, no se tiene una política de protección del patrimonio material, (por ejemplo) Bolivia, y La Paz en parte, tiene un serio problema de tráfico ilícito de bienes culturales, ni qué decir sobre la conservación de bienes culturales, el año pasado fui a la iglesia de Ilabaya, tiene cuadros impresionantes sobre conquista de España, son cuadros que se están destrozando por el propio peso de la suciedad que los cubre”.
Mesa sobre Patrimonio El tema relativo al patrimonio es amplio e importante, por eso la mesa que se desarrollará en el Congreso está completa con los siguientes ponentes: Javier Romero, Richard Mújica, David Aruquipa, Juan Carlos Cordero, Bernardo Rosso, Cristina Bubba, Johnny Guerreros, Nestor Araujo, Fabian Bedón, Gloria Villarroel, Claudia Cárdenas, Milton Eyzaguirrre.

- FUENTE:
- Periódico Digital PIEB • 31-07-2014

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Congreso Internacional: "¿A quién pertenece la música? La música como patrimonio y como cultura"
Zaragoza, 25-28 de marzo de 2004
Una disciplina que se define a sí misma como "el estudio de la música en la cultura" no puede ser ajena a los procesos de cambio social que agitan la sociedad de la que forma parte. A partir de esta premisa, la SIbE – Sociedad de Etnomusicología organizó su VIII congreso en Zaragoza, en marzo de 2004, con el título ¿A quién pertenece la música? La música como patrimonio y como cultura. Una sociedad que tiene como objetivo potenciar los estudios sobre etnomusicología no podía dejar de centrar su atención en el convulso panorama en el que la música se desarrolla en la actualidad. En el campo de las músicas tradicionales, observamos cómo estas son sustraídas a su contexto y convertidas en materia prima para reelaboraciones ajenas, o cómo son reivindicadas como emblemas identitarios, o cómo se fusionan con músicas contemporáneas en busca de nuevos caminos. En el campo de las músicas populares urbanas la agitación viene de la mano de nuevas culturas musicales híbridas, al tiempo que se produce la crisis de la industria musical y la transformación de los procesos de escucha y difusión de la mano de Internet.


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