El thaqui de la Descolonización

Fernando Claros Aramayo*

Este artículo, enviado gentilmente por el autor a nuestro sitio, nos muestra algunos de los fundamentos planteados actualmente como parte del proceso político vivido en Bolivia, donde uno de los ejes es la Descolonización. Partiendo del concepto aimara de "thaki" (camino) Claros plantea la necesidad de cuestionar nuestra actual forma de vida a partir de la reflexión histórica, mostrando las dicotomías socio económicas que rigen hoy en día y que muestran la necesidad de cambio. Esperamos los aportes de tod@s l@s lector@s a esta propuesta; por nuestra parte, posteriormente, también incluiremos nuestro parecer.


El thaki, un proceso, un camino que recorre el ser humano dentro de una comunidad para ser considerada/o “jaqi” (persona) de verdad, reconocida/o por la comunidad por haber cumplido con todos sus deberes, se convierte en un ejemplo claro dentro el proceso actual que vive nuestro país que busca una descolonización plena a través de la eliminación del racismo, la discriminación y el patriarcado.

Ese camino recorrido no es inmediato. En el caso del thaki, lleva una vida entera. Lo mismo, un proceso puede implicar generaciones integras, hasta que el sistema colonial actual cambie totalmente (exterminar los resabios del colonialismo).

La colonia cimentó su accionar opresor en el transcurso de muchos siglos, de tal forma que dejaron una estructura y mentalidad poblacional sometida a esa forma de pensar y actuar: sometedores culturales (que tenían el poder político, jurídico, económico, etc.) y sometidos (que mantuvieron oculto su identidad y su cosmovisión).

En palabras de Félix Cárdenas Aguilar, Viceministro de Descolonización, se habría producido una división, especialmente por el color de la piel y la procedencia, entre personas que tienen el complejo de superioridad y otras que tienen el complejo de inferioridad. Pero esos complejos no fueron una mera casualidad de la naturaleza, si no que se construyó y se sustentó, erróneamente, en el colonialismo saqueador. Dichos complejos, fueron sistemáticamente impuestos bajo la idea de la supremacía blanca y el eurocentrismo; posteriormente, se sustentó en las prácticas del sometimiento económico por parte del imperialismo (ricos y pobres). En percepción de Eduardo Galeano estos procesos, de saqueamiento y sometimiento, produjeron un resquebrajamiento interno de todos los países denominados latinoamericanos.

Como se puede inferir, el camino recorrido por los colonizadores y por los que manejaron el Estado republicano y neoliberal, se cimento en bastante tiempo (más de 500 años). Romper con la idea de que esos sistemas son los “únicos y los mejores en el mundo”, es una tarea ardua, implica cambiar de mentalidad y luchar con mayor ahínco contra el miedo (políticamente también contra los “sin miedo”, pero esa es otra tarea).

Actualmente, el haber perdido el miedo ha posibilitado retomar el poder a través de un líder indígena y, por lo tanto, aproximar a los pueblos y personas hacia el Estado del cual habían sido excluidos totalmente. Esa exclusión, fue basada en argumentos racistas y discriminatorios ya que consideraban que el indio era como un niño que necesitaba ser cuidado (gobernado).

Consolidar todo ese proceso de cambio es un recorrido, un thaki, donde todos tienen un deber: luchar contra el racismo, la discriminación y el patriarcado.

Desestructurar los sistemas de dominación, implantados desde la colonia, es una ardua tarea que implica tiempo, recursos y voluntad (compromiso). El tiempo implica un cambio generacional incidido por una profunda descolonización tanto en el ámbito educativo formal y como en el familiar (endoculturación); los recursos implican realizar una profunda revisión de la distribución de los mismos entre los ámbitos financieros y no financieros; es decir, implica revalorizar los ámbitos socioculturales para de verdad llevar adelante una revolución cultural y luchar contra el capitalismo; por último, la voluntad, implica despertar en todos un compromiso para ser parte activa de un proceso de cambio de una realidad colonial a una descolonizada, la cual permita expresar y reconocer nuestra propia identidad, el respeto a la diversidad y ejercicio pleno de nuestro derechos y deberes.

El thaki en la descolonización, implica que debemos realizar una lectura real de las formas de vida de nuestra gente y nuestras comunidades. Pensar que la comunidad es una unidad homogénea y sin conflicto, es una ilusión. Esta debe ser considerada, en su análisis, dentro de su accionar faccionalista e individualista, desestructurado en su pureza por los movimientos migratorios y las influencias externas y formas de vida foráneas, que han impregnado a muchos de nuestros/as hermanos/as bajo la premisa de la “modernidad” y la “acumulación de riqueza monetaria”.

Romper, por ejemplo, con la perspectiva de la acumulación, la corrupción, el egoísmo, la traición, etc., es muy complicado, porque son parte inherente al ser humano. No puedes decirle al cobrador de un minibús que el incremento arbitrario en los pasajes puede generar desestabilidad a nuestro gobierno, porque eso no le interesa, lo que le interesa es la acumulación (ganancia) económica. No puedes decirle a un indígena originario campesino, que desde hoy sus tierras son comunitarias, porque no lo aceptaría dado que la propiedad privada (impuesta en el tiempo), ha sido asimilada y por lo cual ha luchado toda su vida. Eso tiene que cambiar en el tiempo a través de una recuperación de prácticas, saberes y conocimientos anteriores a la colonia (previa valoración de pertinencia), pero también debe ir mezclada con las formas actuales de entender el cosmos y a los otros (que ya no son “los indígenas”, sino los “no indígenas”).

El sistema opresor y discriminador se ha implantado de tal forma que han fortalecido algunas instituciones, carreras universitarias, consumos específicos, etc., en desmedro de otros.

Por ejemplo, el colonialismo, fundado y fundamentado en la religión, el ejército y las leyes, se ha sustentado (sigue sustentado) en la reproducción de prácticas elitistas y altamente dominantes. El ejecito con su posición de no permitir el ingreso a la estructura jerárquica a quienes tienen apellidos y rasgos físicos indígenas, o sus exigencias e incidencia en que el postulante a cadete debe ser una persona pudiente económicamente; por ejemplo: el traslado de un cadete, desde el centro de formación a su domicilio, debe ser en un radiotaxi, caso contrario es sancionado si fuera visto retirándose en un minibús o micro; la pareja que un cadete lleve a un evento festivo institucional debe ser hermosa (bajo los cánones euro centristas del “90-60-90”), de lo contrario es sancionado con símbolos, como por ejemplo las flores de colores: blanco si es hermosa y rojo si no es hermosa, etc. (los colores pueden variar internamente). Esta es una forma de construir los elitismos y por ende la discriminación sobre todo lo que esta fuera del canon establecido en sus reglamentos tanto formales como no formales (no todo eso está escrito, muchas cosas se reproducen oralmente bajo la “orden superior”).

Por otro lado, está el derecho. Durante el colonialismo, mucho más en la república, solo accedían a formarse como abogados, sacerdotes o militares, ciertas clases dominantes de la denominada “élite señorial” (los denominados criollos fundamentalmente) hasta llegar a incluir, en algún momento, a los denominados mestizos. Hoy en día, las universidades, aperturan el ingreso a todas las “clases sociales” o procedencias étnicas indígenas, pero lo que no ha cambiado es la formación. La misma sigue siendo bajo una curricula clásica y produce, por lo tanto, una elitización de los mismos (adecuación forzosa a una manera de ser). Es decir, se enseña bajo los preceptos de un sistema colonial, haciendo que cualquiera que ingrese en dicho ámbito (siempre hay excepciones), se convierta en uno de “ellos”, por lo tanto, deje de ser lo que era: un indígena. Se produce un mestizaje cultural obligatorio (dado que si no aceptas o no te adecuas a ese proceso, estás fuera).

Todo esto hace que muchos de los que estudian hoy en día la carrera de derecho, en cualquiera de la Universidades de nuestro país, no necesariamente ha entrado por vocación sino por ambición. Se ha generado tal expectativa en la formación de un abogado, que todos piensan que ganarán bastante dinero (ambición), o creen que con ese aprendizaje meterán a la cárcel a su enemigo (venganza), por último favorecerán al que tiene mayor recurso o les pague mejor (corrupción). Dicen que nunca se debe generalizar, pero debemos ser realistas: en nuestro país y en el mundo este tipo ideal de profesionales en derecho, es mayoritario. Por eso es que no avanza la justicia y no se la encuentra, especialmente para los pobres. Así mismo, el hecho de la denominación de “doctor” ha creado y sustentado barreras sociales que hacen a la discriminación. Ha generado un distanciamiento, altamente discriminatorio, respecto a otras profesiones, de forma tal que, inclusive, la firma de un abogado vale ¿y que de los otros profesionales?; ¿no fueron formados bajo un mismo sistema educativo?; ¿no pertenecen al mismo Estado que fomenta su formación?.

Ese mismo sistema discriminador, por ejemplo, se ha implantado para la valoración de las áreas económicas o financieras respecto de las áreas sociales y culturales. Por lo tanto, es el Estado el que fomenta ese tipo de diferencias dentro de un mismo sistema de formación académica y muy difícilmente podrá ser cambiado. Hasta hoy, se ha fomentado, discriminatoriamente, las áreas implicadas en el consumismo, el extractivismo y el sometimiento al sistema capitalista, por lo tanto lo comunitario, lo ancestral, o cualquier forma propia de expresión, ha sido relegado solo a un discurso reivindicativo.

Hoy en día, bajo la política de la Revolución Democrática y Cultural, se espera que esa situación sea revertida. Bajo la política de la lucha contra el Racismo y la discriminación, se eliminen las barreras académicas que se han generado con el colonialismo y la república. Estudiar una carrera universitaria por ocasión (enriquecerse) y no por vocación (servicio) es lo que produce negligencia profesional, corrupción, servilismo y, por ende, produce nuevos opresores que reproducen discriminación.

En el caso de la religión sucede lo mismo, solo podían ser sacerdotes o monjas aquellos que tenían una dote que consistía en donaciones económicas muy significativas a la iglesia. Por esta razón, solo podían ser monjas o curas hijas o hijos de personas pudientes (factor económico y social). Dentro de ella, y su lógica operativa (no se cuestiona la fe, si no los operadores de la fe), se fomentó el patriarcado, el elitismo, el paternalismo y, además, se instituyó el incentivo hacia la pobreza. Es decir, se convierten en el “sana sana”, primero del colonialismo y luego del capitalismo y su producción de pobres en el mundo. Como siempre, la excepción a la norma: se han destacado muchos sacerdotes y monjas que han ayudado causa justas de la sociedad, pero fueron muy pocos y no tuvieron incidencia en cambiar la perspectiva de la iglesia. Hoy en día es peor. Existe una soberbia única, inclusive, respecto a la celebración de bodas, bautizos, etc., en muchos casos no se respeta las costumbres de los indígena originario campesinos, quienes todavía acuden a dicho culto religioso. Por ejemplo: la impuntualidad es sancionada drásticamente, retrasando la celebración por horas, lo que hace que los preparativos festivos, bajo costumbres propias de los indígenas, se vean perjudicadas. Por último se ha mercantilizado la fe, no solo en la religión católica sino en todas las religiones que proceden del viejo mundo (unas con mayor incidencia que otras), han desestructurado formas propias de contacto con la naturaleza y las diversas divinidades de los pueblos nativos de estas tierras.

El rol de la descolonización es re-surcar esos caminos e ir subsanando y corrigiendo la historia. Recuperar lo más útil para el proceso de cambio, de forma tal que podamos proyectar un futuro con identidad. La revalorización y el incremento de la autoestima, para desechar la pobreza, la opresión, el sometimiento, la discriminación, el racismo y el patriarcado, pueden fortalecernos para seguir enfrentado los embates de la injusticia y de los sistemas opresores.

Desmontar esos sistemas que perviven hoy en día, y muchos más, es el thaki que debe recorrer el proceso de descolonización, esto para ser considerado jaqi, es decir un proceso exitoso.

* Es antropólogo de la Universidad Mayor de San Andrés.

LO “NATURAL” DEL RACISMO

Fernando Claros Aramayo*


El racismo surge como una estrategia político-social e ideológica de “unos” para el dominio sobre “otros”, es siempre negativo y condenable desde todo punto de vista.

En nuestro país, este flagelo llegó con la colonia y se perpetuó (por lo menos así parece) con la república y hoy en tiempos de pluriculturalismo y plurinacionalidad, para muchos es difícil olvidar lo que, insistentemente, nos inculcaron nuestros opresores: la baja autoestima.

Las manifestaciones racistas son tan naturales que, a través de la costumbre, se han hecho normales.

Existen muchos ejemplos, sin embargo voy a tomar uno que sucedió en las últimas Alasitas de este año 2010.

Esta manifestación costumbrista es muy significativa dentro el ámbito andino, lo que implica que las personas que están más ligadas, ideológicamente, a ellas son la de procedencia indígena y tal vez mestiza, tanto durante la venta como en la compra.

En este entendido me fue muy desalentador ver cómo existía un puesto en el que llevaba un cartel que decía “agencia de empleadas”. Hasta ahí todo bien, pero cuando uno veía al interior, las figuras que allí se vendían eran figuras de mujeres de pollera, como si las mismas solo servirían para ser empleadas y no se veía otra figura variante ni en género ni en “clase”; es decir, hubiera sido interesante ver figuras de varones, mujeres de pantalón, de vestido, blancas, afros, etc.

Este hecho me llamó a la reflexión de lo natural que esto parece y hasta chistoso (en la percepción de muchos), bonito (en la percepción de otros) e indignante en la percepción mía.

Esto es lo que ha dejado la colonia y lo ha fomentado la República. El cambio en esta manifestación es estructural, mental sobre todo.

Si queremos cambiar nuestras actitudes y buscar una verdadera justicia social, equidad y respeto a lo diferente, debemos iniciar por estos aspectos.

Considero que debería ser la alcaldía quien debería velar porque estos hechos no se repliquen, bajo alguna forma de sanción. De esta manera se estará enseñando la lucha contra el racismo y se estará sensibilizando a la población en general de que estas prácticas pueden ser sutiles pero lastiman la esencia del otro, en este caso de uno mismo. Nuestra identidad, mi identidad, hace que veamos estas figuras y nos preguntemos ¿mi mamá, mi abuela, mi hermana, servirán sólo para esto?

La otra pregunta es ¿quienes compran esto, para tener sometida a una mujer? La esencia de las alasitas es que compras un bien en miniatura para que eso se te haga realidad, por ejemplo compras un pequeño auto de madera y lata para que tengas uno de verdad. Al comprar el artículo detallado, las “empleadas domésticas”, ¿esperas que se te haga realidad de tener una para que te sirva? Es decir, estamos comprando ¿servidumbre o servilismo?

Es un tema muy delicado, pero lo que refleja, ese tipo de puestos de venta, es que no existe la mínima idea del respeto y mucho menos que eso es una muestra racista y discriminatoria.

Espero se tome en cuenta este pequeño análisis para posteriores hechos de esta naturaleza, y nosotros ayudemos a dar cuenta de actos de racismo que parecen normales y “así siempre es”.
* Fernando Claros Aramayo, es Antropólogo e investigador.

El Alto será sede del concurso nacional, elegirá a sus representantes para la gran final a celebrarse en Cobija – Pando

Albor, con el apoyo del Vice ministerio de Descolonización dependiente del Ministerio de Culturas, realizará por segundo año consecutivo el FESTIVAL DE LA CANCIÓN SOCIAL “STOP RACISMO” y tendrá como escenario a la Ciudad de El Alto.

“El racismo, como una forma aprendida despectiva hacia el otro y los otros, actualmente, el proceso de lucha por la reivindicación de las diversas culturas en el Estado Plurinacional de Bolivia, se ha fortalecido. Se lucha por los derechos individuales y colectivos en aras de lograr la eliminación del racismo”. Es la consigna que tienen los organizadores del evento.
En esta segunda versión el festival como en la pasada gestión se celebrará el día lunes 24 de mayo en la ceja de El Alto a partir de las 14:00 horas, del evento podrá participar músicos que tengan temas alusivos en contra del racismo y la discriminación.

Todos los humanos traemos la música por dentro niños, jóvenes, ancianos, hombres y mujeres. Cuando los padres quieren compartir algo con su niño(a), se le canta. Entonces la música es importante en la vida cotidiana de los seres humanos y un conducto para comunicarnos entre nosotros, ayuda a manifestar pensamientos, anhelos, sentimientos e incluso ayuda a expresar protestas o apoyos a manifestaciones sociales.

Se pretende transmitir con el II Festival de la Canción Social Contra el Racismo y la Discriminación “Stop Racismo”, sensibilizando a la población espectadora, sobre todo tomando en cuenta que este festival hará madurar composiciones musicales contra el Racismo y la Discriminación, lo que hará tomar conciencia con respecto a estos males de la sociedad tanto a los espectadores e interpretes de este festival.
Lo sucedido en la ciudad de Sucre, el 24 de mayo de 2008, cuando se perpetra uno de los hechos más claros de racismo dirigido hacia la población indígena originaria campesina, donde varios de ellos fueron maltratados en su dignidad y humanidad, maltrato que marcó un hondo disgusto en la población boliviana, especialmente en los jóvenes, quienes no quieren volver a ver días vestidos de dolor y humillación, rememoración que será expresada mediante la música en todas las ciudades capitales de los nueve departamentos de Bolivia de forma simultánea, en cumplimiento de lo mandado por el D.S. 131 de fecha 20 de mayo de 2009, Art. 3 “CUMPLIMIENTO. Cada 24 de mayo, todas las instituciones públicas y privadas del sistema educativo boliviano así como las entidades públicas del Estado Plurinacional de Bolivia realizarán actos públicos de educación, prevención y sensibilización contra la discriminación racial”.
El centro de poesía ALBOR arte y cultura en su vocación de servicio a la niñez y juventud paceña con su mandato “El arte como herramienta de transformación social” invita a los grupos a sumarse a este evento.

Detalles sobre la convocatoria engrasar a: CONVOCATORIA

¿De qué estamos hablando realmente cuando decimos racismo? ¿A qué hacemos referencia cuando mencionamos la etnicidad? El antropólogo Juan Carlos Callirgos hizo estas preguntas antes de explicar la evolución de los conceptos y estudios relativos a ambas concepciones.

El experto fue invitado a la primera jornada del curso taller “Tendencias teórico metodológicas de investigación sobre racismo y relaciones socioculturales”, organizada por el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB) para los seis equipos de investigación de la convocatoria “Racismo, discriminación y relaciones socioculturales en Bolivia”.

Según Callirgos, un recuento de las investigaciones sobre etnicidad a nivel mundial muestra que ésta se convirtió en un objeto de estudio legítimo a fines de la década de los ‘60. Antes de este momento la etnicidad tenía dos opciones para ser analizada: como igual a la cultura o a los rasgos culturales de un grupo humano, y como identidad o idea de pertenencia.

En 1969 aparecen las posturas del noruego Frederick Barth, quien luego de estudiar a grupos humanos habitantes de la región entre Afganistán y Pakistán plantea que para definir la etnicidad no importan los rasgos culturales, sino cómo se defina el grupo a sí mismo y cómo marca su frontera entre el nosotros y los otros.

“La frontera vendría a ser la característica que el grupo considera que es la principal que la diferencia de los demás”, explicó Callirgos a los investigadores. En este caso la etnicidad no se define desde afuera, sino desde dentro y en el mismo grupo.

Posteriormente aparecieron los exponentes de la Escuela de Manchester. A decir de Callirgos, en este caso Abner Cohen plantea que “la etnicidad no existe per se, sino en tanto cumple una funcionalidad” en cualquier terreno, sea en el político o económico. Se trata de la escuela instrumentalista que mira a la etnicidad como un aspecto que puede debilitarse en caso de no tener una función clara.

A fines de los 70 apareció bibliografía que toma a la etnicidad, ya no hablando necesariamente de grupos étnicos en sentido rígido, sino a partir de individuos. “La etnicidad es la pertenencia a grupos, que puede ser manipulada por individuos, que pueden definir a qué grupo pertenecer o en qué grupos ser identificados”.

Entonces, dice Callirgos, la etnicidad es discursiva, emite mensajes y es leída por los demás, es un proceso constante de ir leyendo marcas de identidad e ir emitiendo señales de identidad, aunque es un proceso que contiene una alta incertidumbre semántica.

En la década de los 90, esta postura de etnicidad discursiva adquiere fuerza. Callirgos explica que cuando se dice que la etnicidad es discursiva primero se la tiene que ubicar en contextos históricos, sociales y políticos cambiables.

El experto resume así las características: “la etnicidad es relacional, movible, cambiable, discursiva y requiere de narrativas históricas”. Pero entonces, se pregunta, ¿qué es lo peculiar de una etnicidad? La respuesta se obtiene a través de una confrontación con el sujeto universal o la relación con una figura no étnica. Tiene que ver con el concepto de nación y de Estado que considera a ciudadanos iguales entre sí.

El concepto de raza
La clasificación científica de razas en el siglo XVII apareció con pies de barro y era insostenible. Para Callirgos, hablar de lo racial es siempre ideológico por tanto las razas son construcciones arbitrarias.

“Lo racial requiere de ficciones porque lo racial es innombrable, es una ficción que tiene que recurrir a lenguaje metafórico, por ejemplo cuando se dice tiene la mitad de la sangre negra. Las investigaciones han revelado cómo el concepto de raza es siempre contextual, siempre provisional y siempre una ficción ideológica”, dice Callirgos.

Las ficciones, por tanto, pueden variar de sociedad en sociedad. A pesar de todo, sin embargo, son ficciones que tienen una vida importante.

Fuente:http://www.pieb.com.bo/nota.php?idn=4489
Recuperado: 27/11/09


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